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Descripción

Scott Morrison quiere gastar mucho más dinero en defensa, la comunidad empresarial quiere más gasto en infraestructura y educación, una población que envejece quiere mejor salud y atención a la tercera edad, y los jóvenes australianos quieren más acción en el cambio climático y viviendas asequibles. Cada problema requiere más gasto público, pero durante décadas a los australianos se les ha dicho que cuanto menos gaste el gobierno, mejor será su vida. Además, si bien gastar más dinero será esencial para financiar más submarinos, enfermeras de atención a la tercera edad e infraestructura, el dinero por sí solo no resolverá los problemas que enfrenta Australia. Décadas de estándares decrecientes de rendición de cuentas y transparencia, de privatización, desregulación y recortes de impuestos, combinados con una falta de energía para fortalecer el papel positivo del gobierno, han llevado a la apatía entre el público y los parlamentarios. Hemos permitido que nuestras instituciones públicas se reduzcan y atrofien, y que nuestra creatividad disminuya al no elegir no solo qué servicios debe proporcionar el gobierno, sino también la mejor manera de proporcionarlos. Existe una alternativa clara: seguir el ejemplo de los países nórdicos en la prestación de excelente salud pública, educación, vivienda e infraestructura, y al hacerlo impulsar la productividad económica y ofrecer niveles de vida más altos a un costo menor. Es hora de deshacerse de la obsesión con la 'agenda de reforma inconclusa' de la década de 1990, considerar la amplitud y profundidad de los nuevos desafíos que enfrenta Australia y trazar un rumbo en el que los gobiernos asuman más responsabilidad para resolver los problemas que dominarán la vida de los australianos en los años venideros. Debemos abandonar décadas de negación de que el sector público puede desempeñar un papel más importante y mejor en la mejora de nuestras vidas. Para construir el gobierno más grande que exigen estos tiempos, primero debemos abandonar el bagaje del pasado.